no soy yo

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anis
Sólo sé que no sé nada
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4.26.2010


Esperaba frente a la lista de timbres dispuesta a pulsarlo, dispuesta a plantarme frente a ti y soltarlo todo, sin complicaciones, sin dejarte hablar. Empezaría por el principio con el discurso mil veces preparado, incluso lo había escrito en mi libreta, y no pararía hasta haber terminado. Pero tu vecina del segundo abrió la puerta, salía a comprar, según me dijo, me saludó como siempre con su “querida” mientras me agarraba el brazo. Me invitó a pasar, dudé un momento pero… ¿por qué no? Así no tenía que pasar el mal trago del timbre…o al menos el de abajo…



Subí las estrechas y empinadas escaleras hasta tu casa.


Allí estaba, frente a tu puerta. Otro timbre.


Suspiré, y sin pensarlo golpeé la puerta con los nudillos de mi mano derecha, tres golpes secos y sonoros.


Esperé, desesperé, fueron los segundos más largos de mi vida, esperé, erguida, respirando profundamente y con el corazón a mil por hora.


Y por fin se abrió, muy rápido, con la energía que me faltaba a mí…


Y no eras tú, ni por asomo, no eras ni parecido, ni siquiera era una persona del mismo sexo que tú, iba más desnuda que vestida y entonces la llamaste cariño, desde lejos y le preguntaste quién era. Creo que ella me hablaba pero no podía oír nada, no podía hacer nada, en el fondo algo dentro de mí esperaba que me hubiera equivocado de puerta porque aquello no entraba dentro de mis planes, no me había preparado para esa situación. Yo estaba agobiada, ella me preguntaba desconcertada y guapa, muy guapa y sólo pensar que podías asomarte a ver qué pasaba me hizo sudar, el calor me invadió el cuerpo, era como un sofoco.


Reculé como un animal acorralado y al fin dije algo: perdón, me he confundido.


Y me fui, bajé las escaleras con falsa tranquilidad y cuando llegué abajo corrí, al principio anduve deprisa y luego un poco más deprisa y más, hasta que corrí, y lo hice con todas mis fuerzas sin preocuparme porque no se me cayeran las cosas del bolso, corrí, mucho y sin rumbo.

2 comentarios:

NiñoCactus dijo...

Sin rumbo pero sabiendo qué dirección no tomar...
Por qué nunca funciona cuando uno se prepara lo que tiene que decir... Jo.
Abrazo alentador y besos irrevocables

García Peña dijo...

lees, y el relato te lleva irrevocablemente allá donde, aunque lo sepas, ni quieres llegar. y caen gotas de sudor, de ansiedad.
no quisiera estar en ese pellejo.
el pasado se queda. se acabó!! hay que ir siempre hacia adelante, construyendo el futuro, ese presente en proyección.
tmb te agrego al blog!!! :D