Suena el reloj de la plaza y una nota está desafinada, parece el golpe a una cazuela. Me duelen los huesos y los pelos. Mi garganta se junta con lo nasal, se hacen uno. Mi lengua está áspera y no saborea ni el delicioso chocolate. Duermo. Mis labios se agrietan. Tan pronto sudo como tirito de frío. Y tengo muchas cosas que traducir y estoy enferma. La cama me espera.
3 comentarios:
Todo puede esperar, amiga. Todo.
Saludos
Besos de sana sanita...
Me sumo a lo que dice el compañero Hiperión...
Pero se meterá en la cama y soñará con un Elefantito que quería montar en bicicleta, y cuando despierte estará mucho, muchísimo, mejor.
¡Miau!
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