Por fin. Paz. Música. Relajación. Soledad. Tiempo.
Se acerca la realidad.
Acabo el libro. Buscamos entretenimientos para no pensar. Acabar. Silencio. Pensamientos. Tristeza. Ojos madera-mojada. Se acaba. Frío. Escalofríos. Piel de gallina.
Algo entre la garganta y los oídos, algo grande, un vacío que va a reventar.
No creo en “para siempre”s, aunque vivo con “nada es para siempre”s.
Y mañana operan a alguien y los cirujanos dicen no ser algo con complicaciones y sin estar preocupada algo dentro de mí me hace estar seria y todos lo notan y todos me molestan y me caen mal.
Y no entiendo.
Los farolillos del bar de enfrente cuelgan como estrellas.
Suena la de las llaves con su diario y su piano.
En el suelo, las colillas y servilletas de los pocos clientes de final de verano que han recibido mi falsa sonrisa de un día raro, de pensamientos y nostalgias del pasado y soledad presente y esperanza de felicidad futura.
Y escribo en la libreta de los esquemas de terrazas de verano con cuadrados con números y tachones. Y hojas arrancadas.
Me duele la barriga. Son las 00.10 en el reloj de Eristoff.
Parece domingo pero por suerte mañana no es lunes, no hay mercado en el Puente.
“Hasta la muerte tiene corazón”.
Se acerca la realidad.
Acabo el libro. Buscamos entretenimientos para no pensar. Acabar. Silencio. Pensamientos. Tristeza. Ojos madera-mojada. Se acaba. Frío. Escalofríos. Piel de gallina.
Algo entre la garganta y los oídos, algo grande, un vacío que va a reventar.
No creo en “para siempre”s, aunque vivo con “nada es para siempre”s.
Y mañana operan a alguien y los cirujanos dicen no ser algo con complicaciones y sin estar preocupada algo dentro de mí me hace estar seria y todos lo notan y todos me molestan y me caen mal.
Y no entiendo.
Los farolillos del bar de enfrente cuelgan como estrellas.
Suena la de las llaves con su diario y su piano.
En el suelo, las colillas y servilletas de los pocos clientes de final de verano que han recibido mi falsa sonrisa de un día raro, de pensamientos y nostalgias del pasado y soledad presente y esperanza de felicidad futura.
Y escribo en la libreta de los esquemas de terrazas de verano con cuadrados con números y tachones. Y hojas arrancadas.
Me duele la barriga. Son las 00.10 en el reloj de Eristoff.
Parece domingo pero por suerte mañana no es lunes, no hay mercado en el Puente.
“Hasta la muerte tiene corazón”.
4 comentarios:
Me gusta q estes ahí, me gusta leerte!
Y asusta con gravedad y sin complicaciones, con nudos en el estómago y boca seca, con seriedad y tristeza...
Un abrazo de los que al principio no se quieren pero luego te rindes y te dejas en él
(Deseo de todo corazón que fuese bien)
"Los farolillos del bar de enfrente cuelgan como estrellas."
Donde hay que apuntarse? la primera ronda la pago yo! jajaja
Saludos y un besazo
Hola,
me gustaron tus palabras.
Pero,ten cuidado con eso de pensar que hasta la muerte tiene corazón,no se yo que decirte.
saludos de Angalicablack
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