no soy yo

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anis
Sólo sé que no sé nada
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9.30.2009


Ha amanecido.

Él se ha ido. Cuando se levante no estará, no ha dejado ninguna nota.

Ella no sabe que la estuvo observando durante horas, mientras dormía.


Se despertará y creerá que todo ha acabado, con el amanecer todo termina.

Hoy será otro día.

9.10.2009


Por fin. Paz. Música. Relajación. Soledad. Tiempo.
Se acerca la realidad.
Acabo el libro. Buscamos entretenimientos para no pensar. Acabar. Silencio. Pensamientos. Tristeza. Ojos madera-mojada. Se acaba. Frío. Escalofríos. Piel de gallina.
Algo entre la garganta y los oídos, algo grande, un vacío que va a reventar.
No creo en “para siempre”s, aunque vivo con “nada es para siempre”s.
Y mañana operan a alguien y los cirujanos dicen no ser algo con complicaciones y sin estar preocupada algo dentro de mí me hace estar seria y todos lo notan y todos me molestan y me caen mal.
Y no entiendo.
Los farolillos del bar de enfrente cuelgan como estrellas.
Suena la de las llaves con su diario y su piano.
En el suelo, las colillas y servilletas de los pocos clientes de final de verano que han recibido mi falsa sonrisa de un día raro, de pensamientos y nostalgias del pasado y soledad presente y esperanza de felicidad futura.
Y escribo en la libreta de los esquemas de terrazas de verano con cuadrados con números y tachones. Y hojas arrancadas.
Me duele la barriga. Son las 00.10 en el reloj de Eristoff.
Parece domingo pero por suerte mañana no es lunes, no hay mercado en el Puente.

“Hasta la muerte tiene corazón”.